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Quiero, aunque no quiero querer a quien no queriendo quiero. He querido sin querer y estoy sin querer queriendo, como quieres que te quiera si el que quiero que me quiera no me quiere como quiero que me quiera.
R con R Guitarra. R con R Carril. Qué rápido ruedan las ruedas del ferrocarril.
A Cuesta le cuesta
subir la cuesta,
y en medio de la cuesta,
va y se acuesta.
Abrí cajones y cogí cordones,
cordones cogí y cajones abrí.
Si yo como como como,
y tú comes como comes.
¿Cómo comes como como?
Si yo como como como.
"Un trabalengüista muy trabalenguoso
creó un trabalenguas muy trabalenguado
que ni el mejor destrabalengüista
podría destrabalenguar".
"Si la bruja desbruja al brujo
y el brujo a la bruja desbruja,
ni el brujo queda desbrujado,
ni el brujo desbruja a la bruja".
"El cielo está contaminado,
¿quién lo descontaminará?
El descontaminador que lo descontamine,
buen descontaminador será.
El descontaminador puede descontaminar
el clima contaminado,
pero es mejor si nadie contaminara,
y el descontaminador
no descontaminara nada.".
"Cuando cuentes un cuento y no te salgan las cuentas de los cuentos que llevas contados, es que no te das cuenta del tiempo que andas contando cuentos sin contar el tiempo que cuentas de cuenta cuentos".
"Pepe Pecas pica papas con un pico,
con un pico pica papas Pepe Pecas.
Si Pepe Pecas pica papas con un pico,
¿dónde está el pico con que Pepe Pecas pica papas?".
"Ornitorrinco, ornitorrinco,
atrévete y pega un brinco".
Una tarde muy calurosa, un león dormitaba en una cueva fría y oscura. Estaba a punto de dormirse del todo cuando un ratón se puso a corretear sobre su hocico. Con un rugido iracundo, el león levantó su pata y aplastó al ratón contra el suelo.
-¿Cómo te atreves a despertarme? -gruñó- Te-voy a espachurrar.
-Oh, por favor, por favor, perdóname la vida -chilló el ratón atemorizado- Prometo ayudarte algún día si me dejas marchar.
-¿Quieres tomarme el pelo? -dijo el león-. ¿Cómo podría un ratoncillo birrioso como tú ayudar a un león grande y fuerte como yo?
Se echó a reír con ganas. Se reía tanto que en un descuido deslizó su pata y el ratón escapó.
Unos días más tarde el león salió de caza por la jungla. Estaba justamente pensando en su próxima comida cuando tropezó con una cuerda estirada en medio del sendero. Una red enorme se abatió sobre él y, pese a toda su fuerza, no consiguió liberarse. Cuanto más se removía y se revolvía, más se enredaba y más se tensaba la red en torno a él.
El león empezó a rugir tan fuerte que todos los animales le oían, pues sus rugidos llegaban hasta los mismos confines de la jungla. Uno de esos animales era el ratón, que se encontraba royendo un grano de maíz. Soltó inmediatamente el grano y corrió hasta el león.
—¡Oh, poderoso león! -chilló- Si me hicieras el favor de quedarte quieto un ratito, podría ayudarte a escapar.
El león se sentía ya tan exhausto que permaneció tumbado mirando cómo el ratón roía las cuerdas de la red. Apenas podía creerlo cuando, al cabo de un rato, se dio cuenta de que estaba libre.
-Me salvaste la vida, ratón — le dijo—. Nunca volveré a burlarme de las promesas hechas por los amigos pequeños.
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